miércoles, diciembre 02, 2009

Marismas


Lentamente me desentumezco del largo letargo. Por mi cuerpo abotargado empieza a circular la sangre. Noto un hormigueo recorriendo mis pies, es doloroso. El hormigueo, como agujas, sigue subiendo por mis piernas.

También el recuerdo de ti vuelve. No estas, miro por todas partes y no estas. Renacer es doloroso, tomar conciencia de la soledad, también es doloroso.

Me palpo despacio, como si a través del tacto pudiera tener toda la información que necesito de mi misma, como si pudiera amar cada palmo de piel, amarme por ti que no estas, amarme a mi, ahora, con el mismo empeño que ponía en amarte.
Amarme también es doloroso, tan doloroso como aprender a vivir sin ti.

Estoy hecha de recuerdos incrustados en la memoria, caracolas de tus besos, valvas de tus brazos, púas de erizos de tus ausencias.

Para amarte ya solo me queda quererme. Querer mis ojos que tanto te han mirado y en los que tanto te has reflejado, mis labios sobre los que todavía quedan los restos de tu piel y el aroma de tus mucosas, el cuello en el que has hundido tu cabeza, las lágrimas que has derramado sobre mi pecho, tus manos en mi vientre....
Amarme a mi es seguir amándote.

Camino por aguas salobres con el gusto agridulce de mi tristeza. Camino hundiéndome hasta mas allá de las rodillas, como un ave que descansa y se alimenta antes de emprender el vuelo, hacia el sur, hacia a tierras mas cálidas donde pasar el invierno, atravesando mares, cruzando océanos.
Yo también dispuesta a emprender mi vuelo solitario.


Imagen: Puvis de Chavannes

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