Mira el reloj, las dos y media o las catorce treinta según se mire.
Ha tocado varios timbres, toda la mañana, todas las puertas cerradas.
La gente ha vuelto de vacaciones; el estomago revuelto, las ojeras, los dolores de espaldas.
Escucha el continuo pasar de los coches. Ya no hay silencio.
Mañana será otro día.
Se repetirán las acciones:
Escuchar el despertador que da las ocho, preferirá las campanas de la iglesia,
El agua que saldrá por el grifo y lavará el sudor de la noche y se llevará los sueños por el sumidero.
Calzarse, un acto tan importante que resulta insoportable. Una vez puestos los zapatos no hay vuelta atrás; el café, el cepillo, la lentilla , el bolso y la puerta que se cierra.
Pero hoy no es mañana todavía.
Todavía puede pensar en él; sin remordimientos, sin nostalgia.
Pensar en él (Un concepto tan abstracto que da miedo)
Pensar en él ( Una sensación tan tangible que asusta)
Se desliza la tarde.
El sol recorre las paredes del salón de este a oeste
Ilumina su ausencia, su silencio
Reverbera en las lagrimas que caen por las mejillas
La voz que canta le hace estremecerse.
Hasta que llegue la noche
Y la luna menguante
Y una estrella fugaz caiga en sus manos
Y formule un deseo
El único deseo posible en estos días
Y luego ¿por qué no? también ella se quedará dormida
2 comentarios:
Y es así...Mañana será otro día,..Y los encuentros y desencuentos serán otra vez con nosotros...
Cariños.
Lindo, poético, triste, pero el mañana puede ser más hermoso de lo que imaginas.
Un abrazo
D.
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