Hay un momento, cuando decides no adelantar al camión cisterna por que la salida numero diez está a la vuelta de la curva y ves la hilera de coches que se mueve a paso de tortuga y un impaciente te obliga a frenar en un espacio ínfimo y el de detrás te pita, en que sabes que ya estás. Lo sabes por el olor de gasolina suspendido en el aire, por los jirones de nubes rojas que se expanden en el oeste, por sonido innecesario de las sirenas de los policías, por la plaza de los olivos !Ora pro nobis!
Y también sabes que no hay vuelta atrás, que abrirás la puerta y darás de comer a los gatos, les cambiarás el agua y como si el aire te faltara te pondrás a golpear las teclas.Es tal el síndrome de abstinencia que confundes las frases, se mezclan las oraciones en un batiburrillo incontrolado y te emborrachas de haches y de jotas y duermes con un sueño pesado de palabras esdrújulas mal acentuadas. y nada mas abrir los ojos garrapateas en las sabanas un poema, sobre otros debajo medio deslucidos por la sucesivas lavadas pero siempre está la huella, el recuerdo de otros días en que las palabras se revolcaban en la almohada, el olor de sudor leve y lejano, el placer y un dolor extraño que tiene la escritura.
Imagen tomada de google.
1 comentario:
Me ronda hace varios días la idea de la insatisfacción que se esconde detrás de la creación una obra literaria. Algo de eso leo aquí.
Un abrazo
D.
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