viernes, agosto 16, 2013

El verano es para leer 3


Las trece rosas de Jesús Ferrero
Siruela, Madrid, 2003
Por Rafa Díaz

Las trece rosarecrea un trágico episodio histórico de la posguerra española. En agosto de 1939, trece muchachas fueron fusiladas en las tapias del cementerio de la Almudena, en Madrid, por pertenecer al Socorro Rojo, a las Juventudes Socialistas Unificadas y a otras organizaciones republicanas. Con este punto de partida, Jesús Ferrero recrea los últimos días de las trece jóvenes, y de las personas que –como  víctimas o como verdugos- tienen relación con este suceso.

La novela se estructura a través de pequeños compartimentos narrativos, que se agrupan en cuatro módulos, cada uno correspondiente a una fase temporal de los hechos narrados: detención de las chicas, estancia en la cárcel, juicio sumario y víspera de la ejecución, y por último ejecución y entierro. Los títulos de cada módulo son ilustrativos del tono sombríamente lírico –elegíaco- que domina la narración (“el cofre de las alucinaciones”, “la noche de las dos lunas”), y colaboran en el rico aparato de elementos propios de la tragedia, algunos de ellos de carácter simbólico: el presagio, el destino, la culpa, la noche, los sueños...

Los sucesos que estructuran la trama son desarrollados a través de la experiencia que vive cada una de las trece chicas; la pluralidad de puntos de vista dota al texto de una agilidad casi vertiginosa que encamina al lector hacia el abismo de muerte en el que ellas se precipitan. Además, el autor incorpora algunos personajes que complementan la trama desde un enfoque excéntrico: es el caso de Damián, un loco que ve a las presas en la cárcel desde su manicomio, y el de Tino y Suso, dos chavales que, acompañados de su perro, siguen desde fuera el proceso de pasión y muerte de las muchachas. Los dos críos representan, como si en una tragedia griega nos hallásemos, el papel de heraldos del negro destino de las trece rosas: son el auténtico corifeo del drama que se representa.

Tiene también la obra tintes de novela policíaca, hábilmente imbricada con el subjetivismo de las protagonistas, trufado de sentimientos, reflexiones, recuerdos y emoción. Esta mezcla potencia el absurdo de la injusta y cruel venganza de la cual son víctimas las jóvenes. La figura de El Pálido, inspector de policía, alcanza insoportables cotas de miseria moral, cotas que serían poco menos que increíbles o maniqueas si el dramatismo de los hechos no exigiese agentes como él capaces de llevarlo a cabo.

Las trece rosas es una novela dura, tan amarga como el abrupto fin que tiene la vida de estas muchachas apenas adolescentes. Sin embargo, nos encontramos ante un libro poético, bello, esmerado en su forma y en su expresión. Hay una honda y cálida sensibilidad hacia el ser humano, en la que el patetismo se cubre de dignidad.

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La verdad es que este artículo de Rafa Díaz resume y analiza muy bien la obra.

De pronto me he encontrado con un autor que me deja si respiración mientras le leo. Cuando le terminé el corazón se me quedó sobrecogido.  !!!!Quiero más!!!


1 comentario:

Anónimo dijo...

De los tres me interesó más el segundo, el policial. Estás leyendo mucho mucho, te envidio. Yo llevo ya dos meses con el diálogo amable de dos cortesanas, de Pietro El Aretino.
Abrazos, Lechucita.
D.