Duermes, duermes, duermes…
Mientras yo estoy aquí en el océano de mis soledades, el sol calienta mis piernas, las olas bañan mis cicatrices en un intento vano de borrar el pasado. Recuerdos, demasiado bien guardados, para protegerte a ti, para protegerme a mí.
Mis lagrimas se funden con el agua salada en esta mañana soleada. El aire huele a nísperos y naranjos. Duermes y yo lavo mi tristeza.
¡Qué paradoja! Alargas la mano y me llevas de mi día a tu noche, de mi sombra a tu luz. Y la luna me habla “No estas sola”
Entonces mis alegrías de ayer, de hoy, de siempre brotan en la comisura de los labios, en el brillo de los ojos, en las papilas gustativas, en la vibración de la garganta y vuelvo a ser ese ser que abandonaba la crisálida y vuela, vuela. Alto, alto, alto…
Mientras yo estoy aquí en el océano de mis soledades, el sol calienta mis piernas, las olas bañan mis cicatrices en un intento vano de borrar el pasado. Recuerdos, demasiado bien guardados, para protegerte a ti, para protegerme a mí.
Mis lagrimas se funden con el agua salada en esta mañana soleada. El aire huele a nísperos y naranjos. Duermes y yo lavo mi tristeza.
¡Qué paradoja! Alargas la mano y me llevas de mi día a tu noche, de mi sombra a tu luz. Y la luna me habla “No estas sola”
Entonces mis alegrías de ayer, de hoy, de siempre brotan en la comisura de los labios, en el brillo de los ojos, en las papilas gustativas, en la vibración de la garganta y vuelvo a ser ese ser que abandonaba la crisálida y vuela, vuela. Alto, alto, alto…
1 comentario:
El vuelo liberador abre nuevas puertas.
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